En su obra José Macías (Cáceres 1963) no busca hacer una copia de la realidad. Muy al contrario, lo que pretende es representar un reflejo paralelo donde los paisajes son evocados, intuidos o aprehendidos de la fragilidad de un recuerdo o de un instante. Una especie de flash emocional donde la memoria recupera un paisaje como una ensoñación, como un chispazo originado por un leve archivo de memoria que pulula por nuestra cabeza y que a veces quiere cobrar vida de nuevo. Por eso no se parecen a la realidad, ni falta que les hace.
José Macías es un buscador incansable y entusiasta de los fenómenos naturales. En sus paisajes, atrapa los sonidos del trueno, la lluvia contenida en un estanque, la nieve en movimiento y el latido del glacial a través de la disciplina artística contemporánea (mezcla de simbolismo, alquimia, magia y patrones inconscientes) y la cristaliza en sus piezas en su dimensión más abstracta y pura.