La pintura de José Luis Ceña se define por la habilidad de capturar lo cotidiano y transformarlo en escenarios abiertos, cargados de atmósferas sugerentes. A partir de vivencias personales y la observación de su entorno, Ceña construye un lenguaje propio, donde la realidad es punto de partida pero nunca de llegada: sus obras se despliegan como narraciones fragmentadas, abiertas a múltiples lecturas.
Su estilo, a caballo entre el realismo contemporáneo y la abstracción emocional, se reconoce en el manejo vibrante del color, la precisión en la luz y el uso de texturas que dotan de vida a sus superficies. La formación en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y su especialización en grabado y diseño gráfico en la Real Casa de la Moneda han marcado su aproximación técnica y conceptual al proceso creativo. Pintura y grabado conviven en su práctica, no como técnicas separadas, sino como dos vertientes de un mismo impulso: investigar, experimentar y desafiar los límites del soporte.
En el universo plástico de Ceña, las escenas cotidianas adquieren un carácter onírico y teatral. Sus figuras, muchas veces anónimas, parecen actuar sobre escenarios improvisados, habitando un tiempo suspendido. Como fragmentos de una historia que el espectador debe completar, cada composición se abre a la interpretación personal, fomentando un diálogo íntimo entre la obra y quien la contempla.
En su obra, lo formal nunca es solo un ejercicio técnico: cada pincelada, cada mancha de color y cada deformación intencionada responden a una necesidad de transmitir emoción. El artista entiende el proceso creativo como un territorio de búsqueda, donde los aciertos, los errores y la intuición se entrelazan para dar forma a un relato visual que no pretende explicar el mundo, sino expandirlo.